viernes, 28 de febrero de 2014

El panteón en San Andrés Tuxtla, última parada para muchos, penúltima escala en mi viaje.

    Por algún motivo, no sé cuál, había olvidado ese gusto por entrar a los panteones. En la ciudad de México tengo un gran pendiente, verificar el día en que hay acceso al panteón de la Villa de Guadalupe y, claro es, ir a conocerlo. Ahora que veo este de San Andrés, con la nota de que las soberbias, verdaderas obras de arte, de lápidas de los años cuarenta vienen de Puebla (así lo dicen las placas), bien me puedo imaginar las maravillas que guarda el cementerio antiguo de esa ciudad... lo estoy anotando en mi enorme lista de sitios pendientes por visitar.

   Y algo que ni por casualidad vi, fue, estando en Tlacotalpan, visitar su panteón, me imagino que el colorido de la población continúa en su cementerio. Uno más que anoto para una futura incursión y agregaré otro: el de Alvarado, ese lo alcancé a ver desde lejos, cuando iba en el camión, en una colina, próxima a la desembocadura del Papaloapan y a la laguna que forma y al Golfo.

   Pero, te decía ayer, salí con el corazón "quasi contrito" de Santiago Tuxtla, llegué a San Andrés y comencé a caminar, por mera casualidad pasé junto al panteón y entré. Algo que siempre he visto es que cada panteón tiene su carácter propio, este es el más poblado que he visto y en donde más gente andaba, además el que más ofertas para limpiar ofrecen, al principio no entendía la razón de tanta oferta, pero luego, siguiendo más dentro del recinto lo entendí. Estando en un área de abundante humedad, las plantas y yerbas crecen con facilidad, si no se limpia constantemente, aquello se vuelve un matorral.

  Veo cosas interesantísimas en este panteón, una serie de tumbas de estilos sumamente elegantes, que con esas manchas que la humedad va produciendo en el mármol le dan un toque entre suntuario y triste, entre un olvido pero un recuerdo, no sé, algo sumamente especial. Digamos que esta es la primera sección.







 Sigo caminando y ahora veo una parte más nueva, una ampliación que hubo en los setentas. En los panteones es fácil saber como fueron creciendo, pues los estilos y, sobre todo, las fechas de los entierros, nos van diciendo con precisión cuando ocurrió. Creo ahora entenderás la razón de esa oferta de trabajos de limpieza de tumbas que encontré desde la entrada del recinto.













 Y la tercera parte, que más bien es la primera, la original, tiene un particular encanto. Se trata del estilo de entierro propio de finales del siglo XIX, en el que, por razón que desconozco, las tumbas se iban apilando de tres en tres. Muy al modo romano, al modo de catacumbas, pero no en túneles, sino en el exterior. En este caso toda la barda perimetral, en la parte del acceso principal, conserva esos nichos y tumbas, pocas, muy pocas con placa. Se puede notar claramente la bóveda y el modo en que fueron construidas, apiladas... quizá fue debido a la "fiebre española" que atacó a todo México comenzando el siglo XX...







 

  Comienza a oscurecer, tengo que ir al hotel en donde me guardaron el equipaje para seguir a la central de autobuses, no me gusta viajar de noche, por la simple razón de que no se ve nada en el camino, pero no tengo opción. Mañana estaré en otra ciudad de otro estado, ya no tengo ropa limpia, no quiero detenerme en ninguna lavandería, ya medio me cansó cargar y jalar maleta... en realidad la siguiente será la última escala de este viaje... viaje sin retorno... por ahora.

1 comentario:

  1. Así este este panteón de San Andrés Tuxtla dice en la entrada "orad por los que fueron ellos también alguna vez vinieron" linda mi tierra!!!

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